El movimiento crece, el movimiento bulle, se hace visible, pero para seguir creciendo y reforzarse hace falta organizarse y, ante todo propagarse, es decir hacer propaganda.
La pregunta es ¿qué propaganda?. Es necesario saber donde queremos llegar, qué males y qué enemigos identificamos y qué soluciones proponemos.
Habitualmente a todas estas preguntas contesta una ideología con respuestas prefabricadas. El movimiento no la tiene, sería un lastre inútil y trasnochado.
Los cientos de miles de ciudadanos que han acudido a las últimas grandes manifestaciones no han necesitado el reclamo de una ideología, les ha bastado la indignación, el hartazgo, la conciencia de la situación, de los abusos, de la opresión, y han sabido dotarse de los símbolos que les representan, tan sencillos y evidentes, tan suyos y de todos como son la bandera y el himno nacionales.
A la hora de expresarse, no bastará con consignas puntuales, que hagan referencia a hechos concretos, ni tampoco exigir a las organizaciones creadas a tales fines que cumplan otras funciones (como la AVT o el Foro Ermua, que ya han demostrado sobrada valentía personal y coraje político en sus últimas iniciativas).
¿Cuáles van a ser las coordenadas básicas de esa propaganda, nuestro escudo y espada?. Avanzamos por nuestra parte no un programa, de los que ya empiezan a haber, sino unos ejes básicos que constatamos irrenunciables y comunes a todas las organizaciones:
• Reconstrucción de la unidad nacional, cuya erosión es la meta y el efecto principal de la labor de los componentes de la coalición enemiga: nacionalistas, izquierda descastada y derechistas aprovechados.
• Desmantelamiento del Estado de las Autonomías, saqueador, divisor y ruinoso económicamente.
• Freno radical a la corrupción galopante, especialmente enraizada (desde siempre) en los poderes locales.
• Reinstauración de los principios democráticos, que suponen el respeto a las leyes, al proceso de decisión ciudadana (y no al conchabeo y pactismos de la partitocracia, y eliminación de los grupos de presión (especialmente los ideológicos y territoriales).
• Prohibición de las organizaciones subversivas para con la unidad de la Nación, el Estado o el Pueblo.
• Restauración de las funciones del Estado, no meramente asistenciales o económicas.: por ejemplo, de la educación, hoy en penoso estado, o los medios de comunicación, entre un cuarto poder degradado y el papel de voceros de lo “políticamente correcto”. O de autoridad, mermada por los favores y alianzas entre partidos verdaderamente subversivos.
Cualquier reformulación o añadido es aceptable siempre que busque el fin propuesto, y no una simple reforma técnica.
No hace falta decir que esos fines son hoy altamente peligrosos para el presente sistema y sus componentes, pero que deben quedar reflejados claramente en la propaganda, so pena de no lograr comunicar el mensaje o de provocar desmovilización cuando se arreglen formalmente problemas concretos.
Un movimiento u organización se define por su perfil, por lo que defiende y lo que ataca abiertamente. De hecho, la indigencia ideológica, social y económica de los partidos de hoy les lleva a acentuar mucho sus supuestos contrarios, inventándose demonios y contraofensivas.
Esta debe ser la meta de toda futura organización unitaria: denunciar, a través de la propaganda, la situación de acoso y disgregación, de saqueo y opresión que vive España y la población española. Será en esa labor propagandística en la que se forjará su perfil y su identidad.
Nos definimos tanto por lo que defendemos como por lo que atacamos.
Y no sirve de nada una campaña si no señala claramente al enemigo y lo machaca sin concesiones.
Estas son las dos tareas inmediatas: denuncia y oposición. Los símbolos ya los ha escogido el propio pueblo sin complejos. Faltan las consignas.
Proponemos una que defina el movimiento y su lucha. Ya se ha formulado antes:
¡España y Libertad.!
Nuestra debilidad es su fuerza
N.O.A. Núcleos de Oposición Antinacionalistas