Carta abierta a Fernando Savater y al Partido de los Ciudadanos

Como parte que sois del movimiento que combate la actual tiranía de los nazionalismos y sus cómplices, renegados gubernamentales, hemos seguido con mucho interés la creación y evolución de vuestras organizaciones, formadas por viejos compañeros nuestros de lucha.

Y como parte del movimiento que somos nos creemos en el derecho de la libre opinión.

El parcial fracaso en las elecciones municipales del Partido de los Ciudadanos (13 concejales frente a los 25 esperados, 3,88 % de votos en Barcelona frente al 4,51 % de las autonómicas) nos mueve a reiterar nuestro análisis: un partido nacido para denunciar la actual situación (merma de las libertades, degradación institucional, incentivación de la corrupción, disgregación nacional, saqueo económico, disolución social) no puede tener planteamientos de tibieza, de “buenismo”, de beatería política como son el “no-nacionalismo” (¿por qué no “anti”, o es que existen ideologías que se definan por lo que no son?) o el “federalismo” del proyecto de Savater (¿para qué federar lo que siempre ha estado unido?) que se traducen en posturas integracionistas en el sistema autonómico-nacionalista y en una cierta confusión en el mensaje, muy evidente en la dualidad de posturas de la militancia y los votantes sobre el tema del nacionalismo, muy visible en los foros de las secciones laborales y de barrio del partido.

Dualidad que el último anuncio electoral del partido no pudo, finalmente, paliar. Dualidad que también queda plasmada en las declaraciones contradictorias de Savater, y de otros intelectuales, “enfants terribles”, como Iván Tubau, siempre atentos a distanciarse del “nacionalismo español” que no existe ni existió, como bien ha indicado José María Marco.

Dualidad manifestada en las palabras de Rosa Díez en su artículo del 26 de Mayo, donde dice que «antes todos nos sentíamos escudados por la Constitución y por la ley. Antes sabíamos que el Estado respondería protegiéndonos«. No lo dirá por los muchos guardias civiles y policías nacionales asesinados, enterrados casi clandestinamente, sin representación oficial para no molestar a los jerarcas del PNV y sus «proyectos de resolución del conflicto» en donde ya entraba la participación de ETA-HB, como hoy. Para todos ellos y para sus familiares, el estado no respondió protegiéndolos.

Sólo empezaron a moverse las iniciativas políticas de resistencia cuando los terroristas decidieron atentar contra la propia casta política.

Y no es que vuestras posturas no sean valientes, pero creemos que olvidáis que la formación de un partido, aunque largamente gestado (casi 15 años desde el «Foro Mogambo«, ¡y cuánto esfuerzo para llegar a Ermua o a la AVT!), no es más que una etapa en el desarrrollo del movimiento de resistencia, y que el eje del problema, sobre el que giran los demás, es el poder de los nacionalismos, su misma existencia, y el sistema autonómico creado para ellos y para su expolio económico, y contra él se debe forjar el movimiento, y a partir de ese objetivo, de esa denuncia clara y contundente, se puede crear un proyecto de regeneración nacional, con todos los componentes y puntos que se quieran.

Cualquier desviación lateral diluye el problema, lo encubre, y esto es lo más perjudicial y desmovilizador para el movimiento que ahora sí está en marcha.

Cualquier intento de crear una organización «alternativa«, «liberal«, «centrista«, «progresista» o de otro «ista» está condenada a la marginalidad o el fracaso. Porque no se coloca uno mismo en el antagonismo, te coloca el enemigo, su existencia. Recordad la resistencia al nazismo, a las dictaduras comunistas. No se elige el bando, él te elige a tí cuando la situación los forma. Y si algo es nuestro empeño es ANTAGONISTA.

Debemos de entender que sólo la construcción de una organización de oposición y contestación al orden existente en tanto que está creado para los nacionalistas desde la Transición, tal y como recientemente ha denunciado públicamente el ex-dirigente socialista Enrique Múgica Herzog, y en tanto que no es un orden sacrosanto sino producto del pactismo del sistema caciquil de los partidos imperante desde entonces.

No conocemos ninguna ideología que no se autodefina, autolegitime y cree su propio lenguaje.

Parece que nuestras organizaciones padezcan del síndrome de Estocolmo, siempre pidiendo perdón, matizando y utilizando el lenguaje y los conceptos del enemigo. De esa manera no hubiera existido jamás la AVT, el Foro Ermua, el Salvador, la Asociación por la Tolerancia, la VOP, Ciudadanos por la Constitución, los de Fundación por la Nación Española o Convivencia Cívica, y tantos otros.

Pues hay que dar otro paso al frente, y si no sabéis o queréis hacerlo, dejad que otros lo hagan facilitándoles el camino y los medios. Pero no frenéis, no estorbéis con vuestros complejos y prejuicios.

Meditad sobre esto, compañeros, en nuestras palabras no hay rencor, sólo amargura.

Nuestra debilidad es su fuerza.

N.O.A. Núcleos de Oposición Antinacionalista