Qué y cómo (3)

Desde hace varios meses el desbarajuste y bloqueo en los transportes públicos del área de Barcelona, afectando duramente a cientos de miles de ciudadanos ha adquirido las dimensiones de un drama descomunal.

No vamos a analizar la genealogía del caso para llegar a las causas (instituciones, cargos, personas, y hechos) que han dado lugar a una situación tan extremadamente deteriorada.

Un hecho de tales dimensiones e incidencia, como es natural, ha sido abundante y constantemente tratado por los medios de comunicación locales bajo muchos puntos de vista… excepto, como también es natural, los mismos aspectos que aquí omitimos, aunque por razones opuestas.

La campaña mediática ha sido intensa y sostenida reforzada con la referencia al grave corte de suministro eléctrico en parte de la ciudad ocurrido el pasado verano.

Como consecuencia, la indignación de los ciudadanos directamente afectados, y de numerosísimos otros (estimulados por diversas motivaciones) ha propiciado el “clima” emocional adecuado para que los partidos políticos del régimen nacionalista –percibiendo encubiertas sus responsabilidades directas- hayan convocado una manifestación que aprovechando el enorme descontento y exasperación, les ha permitido escenificar un magno acto de agitprop con la máxima resonancia.

Y, así, una vez más, han remachado su ya veterana y sistemática estrategia propagandística de conectar (asociar) e identificar todos los problemas con “España” (aunque sea retorciendo la realidad hasta límites inverosímiles), como causa única, y presentando como solución ineludible la independencia.

No, no se trata del “victimismo”, no seamos ingenuos. Se trata de una estrategia de mucho mayor alcance, que al haber sido utilizada sistemáticamente durante tanto tiempo, está alcanzando sus objetivos:

• Implantar su discurso y afianzar una legitimidad, numéricamente dudosa, y socialmente impuesta por coacción. La implantación ha alcanzado un grado de eficacia tal que ya no requiere largos discursos demagógicos ni explicaciones (“pedagogía” la llaman), ya sólo basta señalar al culpable y enunciar la solución. Dos palabras nada más y el discurso se desarrolla por sí sólo en la mente de los perceptores.

• La demonización y ”creación” del “enemigo”: España, causa absoluta del mal absoluto. Se ahonda así en la labor de escisión de ésta parte de la sociedad española, secuestrándola mediante sus cínicas leyes y sus peores prácticas opresoras así como con la persecución de la disidencia al régimen (agresiones físicas, amenazas… las mismas prácticas de todas las dictaduras, siempre silenciadas por los medios locales, cómplices, y también por los medios llamados nacionales… no menos cómplices), lo que les ha permitido materializar su “bando” frente a un enemigo inexistente por difuso (“el tigre de papel”), y por lo tanto incapaz de responder a sus insultos, abusos y agresiones.


Contrariamente, cuando en la misma ciudad, se hundió un barrio entero (el Carmelo) como consecuencia de su ignorancia e incapacidad gestora, de la brutal corrupción que anida en el seno del régimen nacionalista, y de su exclusiva dedicación al pillaje en beneficio propio, de la extorsión y del despilfarro caciquil que se practica bajo la excusa identitaria (que no es sinó un medio de sumisión social al régimen), ante la imposibilidad de efectuar su conexión con la odiada España (tras unos tímidos e imposibles intentos), el hecho fue silenciado por completo, pues se volvía contra ellos mismos. El silencio mediático, colaborador y cómplice, desvaneció en humo un hecho real.

Y esta es la lección que por enésima vez nos dan: la perfecta utilización de la propaganda, que se concreta en la estrategia de la creación del enemigo y su demonización y la aplicación implacable, sistemática y constante (a lo largo de años) de las tácticas de agitación que la desarrollan. Poco importa constatar que cuentan con todos los medios, pues no siempre fue así; medios, colaboración y complicidades se han ido agregando por el camino.

Aquí está también nuestro “qué y cómo” en esta ocasión.

¿Qué?

Convertir el “tigre de papel” que ahora somos en una realidad capaz de defenderse, responder y atacar para vencer. Y esto requiere una acción decidida y constante. La propaganda sostenida, incansable, con los medios disponibles por escasos que sean, que de una vez realice la misma conexión que ellos hacen, señalando, mostrando con concreción y afirmando, sin tregua, hasta convertirlo en un clamor, los males que ellos crean a la sociedad española, los problemas que agudizan haciéndolos insolubles y el enorme costo que eso nos representa. Tenemos muchas cuestiones pendientes y no necesitamos ni mentir ni deformar grotescamente la realidad.

¿Cómo?

Con una abierta y ofensiva actitud antinacionalista que nos permita dar las “batallas” del lenguaje, de la unión del movimiento antinacionalista, y finalmente de la cancelación de este aberrante, y traicionado, experimento autonómico.

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La “batalla” del lenguaje es importante porque finalmente las palabras son las actitudes, y hoy se halla profundamente pervertido y mediatizado tanto por los nacionalistas como por los grupos de presión de la retro-progresía ( compuesta por toda clase de detritus de las ideologías clásicas así como de advenedizos oportunistas –incluso algunos reciclados del franquismo- y de los nuevos movimientos, o deshechos, sociales, que como grupos de presión buscan su lugar bajo el Sol de este río revuelto de la desorientación de una sociedad hedonista y en trance de descomposición).

Los unos con el falso “rollo” cultural y su sacralización, las identidades colectivas y las pertenencias determinísticas, y los otros con su hipócrita “buenismo” y sus sobadas etiquetas (“solidario”, “sostenible”, “repetuoso”, “tolerante”, “diversidad” etc…) vehiculadoras de falsas malas conciencias y soporte del impostor pensamiento único que encubre toda clase de tropelías, contradicciones, y permite practicar el cinismo más descarnado.

Y en cuanto al intocable tabú de las autonomías, basta de melindres y digámoslo claramente puesto que ya no queda la mínima duda razonable: el sistema ha fracasado tanto como aproximación a sus intenciones acomodadoras de “sensibilidades” como en sus realidades prácticas. Bajo este imprudente e innecesario sistema inerme a su uso desleal y artero (pero anunciado por los nacionalistas desde el primer momento, con lo que se excluye la “ingenuidad” o la “buena fe” con que se justifica a sus pergeñadores) anida la cochambre que su ineluctable degeneración ha producido: la maximización de la ineficacia en todos los órdenes, el despilfarro absurdo y sin límites, la coartada perfecta para la máxima corrupción, la extensión aplastante del neo-caciquismo mediante rígidas redes clientelares que han invadido todos los ámbitos de lo que llaman la “sociedad civil”.

Si es difícil encontrarle virtudes al “Estado Autonómico”, no lo es encontrarle adeptos y panegiristas. Politicastros de ínfimo nivel que se ven elevados a la categoría, impensable para sus capacidades, de cabezas de ratón con poder de sátrapa y sueldos de sultán rodeados de sus macro-cortes de sinecuras funcionariales a modo de guardias pretorianas.

No nos olvidamos de los “plumillas” a sueldo (“los perros del poder”) ni de los autodenominados “intelectuales”, orgánicos unos –los más tontos- y los otros, más avispados, oficiando de “conciencia moral de la sociedad”; pero ni mínimamente nos engañan, estamos acostumbrados a verles justificar, con los mismos argumentos (argucias), lo uno y lo contrario a la vez (sin advertir en ellos el menor temblor ni rubor). Tienen un pie en cada lado y el cazo bajo todos, gustan de llamarse “enfants terribles” pero son simples saltimbanquis.

Todo este facherío progre, así como los nacionalistas, en cuyos brazos se mece, hace bien de defender este “modelo territorial” porque les va mucho en ello. Tienen mucho ganado y mucho a perder. Están en su sitio. Y contínuamente aparecen en escena nuevos enanos que exigen una parte en el despojo (de nuevo, como en la “transición”, tiene lugar una loca carrera de seres infectos para ver quien rapiña más).

Quienes no están en su sitio somos nosotros. Con casi todo perdido y manteniendo a tantos desvergonzados de ocasión que destruyen nuestra sociedad y deslegitiman a nuestro país, todavía somos timoratos e incapaces de denunciar el caos autonómico y exigir su liquidación “para que no nos llamen…” lo que de todos modos ya nos llaman.

Nosotros, todos sin excepción, incapaces de realizar el no tan gran esfuerzo de sobreponernos a nuestros estrechos particularismos y emprender una acción unitaria, decidida, sistemática y sostenida de vitalizar el movimiento antinacionalista, estamos teniendo, y tendremos, lo que nos merecemos, porque nadie lo hará por nosotros. Y después… “muerto el burro, la cebada al rabo”, haremos el “boabdil” y lloraremos…

Si no somos capaces de la unidad, sucumbiremos.

Porque, de una vez por todas: no importa el quién sinó el qué.

Qué y cómo (2)

A lo largo de la veintena de comunicados de los NOA hemos insistido en la importancia fundamental de la unidad en la constitución y afianzamiento del movimiento antinacionalista por la regeneración democrática y de resistencia contra la tiranía de los nacionalismos disgregadores, al que todos pertenecemos. Lo hemos reiterado hasta la extenuación y lo seguiremos haciendo.

Pero consideramos que, tras el camino recorrido -que ha visto aparecer organizaciones cívicas de oposición firme a las actuales tiranías políticas y de los saqueadores económicos, e incluso la formación de nuevos partidos regeneracionistas y no abiertamente antinacionalistas- se impone expandir el ámbito de la resistencia, extender nuestro mensaje a todos los niveles y en todo el territorio nacional, al margen del apoyo o la simpatía por opciones parlamentarias concretas.

Hay que lanzar un mensaje claro pero multiforme, básico, que exprese la oposición al presente estado caótico y entreguista de desgobierno nacional, las complicidades mediáticas y la dictadura de los nacionalismos, pero sobre todo que genere movimiento, que movilice a todos los grupos y los haga sentirse partícipes de algo vivo y a la ofensiva. Por la libertad.

Esa movilización debe ser “permanente”, independiente de partidos y de sus condicionamientos electorales y parlamentarios, y debe se antagonista sin tapujos con la dictadura de los nacionalismos, sus cómplices gubernamentales y la actual configuración estatal a ellos favorable.

Por ello, una vez más, insitimos en que no bastan las exaltaciones momentáneas, ni siquiera la presencia en la red.

Nuestro movimiento es necesario, imprescindible, para lanzar esas grandes ideas de que hablábamos en nuestro Comunicado anterior, que los partidos llamados “nacionales” dejan languidecer arrinconándolas. Unos por pura vesanía y otros por cobardía, intereses espúreos y cálculo político. Unos más agresivos y directamente destructivos, y otros actuando como anestesistas de la sociedad, que se contentan con, aceptando lo inevitable, propiciar la “muerte dulce”, sin estridencias ni violencias, casi “sin que se note”.

Nuestro movimiento es necesario para impulsar decididamente la defensa de la unidad de nuestra Nación y sociedad, la libertad y la igualdad de todos los españoles, ante la defección de los partidos del “sistema”.

Nadie, ninguno de ellos, lo hará por nosotros. Una vez más, puro pueblo.

Todos y cada uno de nosotros debe ser un agitador y un propagandista activo. Debemos ser conscientes de que esa actividad ha de ser sistemática y constante, y debe realizarse con empecinamiento, sabedores de que sus resultados no son ni inmediatos ni visibles.

Todos, incluso con los medios más elementales, hemos de estar en la calle constantemente. Todos, hemos de desarrollar y propagar una actitud y un discurso antinacionalista. Y, todos, hemos de iniciar el contacto regular entre nosotros, con el objetivo de coordinar la unidad de acción y estructurar nuestro movimiento.

Hacemos un llamamiento a todos los grupos para que pasen a la propaganda, agitación y denuncia abiertas, para que salgan de sus círculos e implanten el mensaje de libertad, unidad y progreso: lo que es España.

Qué y cómo

Somos conscientes de que nuestra insistencia en la unidad del movimiento contra el nacionalismo y sus cómplices gubernamentales cojea porque no especificamos suficientemente sobre qué temas se ha de forjar esta unidad y cómo se va a llevar a cabo. Obras son amores…

Ya hemos dicho que los diversos grupos que surgen para remediar la penosa actual situación parten de varios acentos: desde la renovación democrática hasta la lucha contra la claudicación ante el terrorismo nacionalista. También estas definiciones adolecen de indeterminación, ya sea en el qué o en el cómo.

La unidad se forjará no alrededor de un elaborado programa ni de una estrategia cuidadosamente planificada sino generando un lenguaje y una línea de propaganda antagonista, beligerante, ofensiva, que deslinde claramente los dos bandos y con el que la ciudadanía pueda identificarse, como se identificó en las últimas manifestaciones multitudinarias con la bandera y el himno nacionales, es decir con la unidad nacional.

Justo lo opuesto a cierto ingenuo, y sin duda bienintencionado (y miedoso), “buenismo” que parecen exhibir algunos grupos. ¿Qué significa “reforma de la Constitución” si no se especifica en qué sentido?, porque eso también lo proponen los nacionalistas o los republicanos. Si se reforma como se han reformado los nefastos estatutos autonómicos, ¿seguirán los “constitucionalistas” siéndolo?, ¿seguirán acatando la legalidad?…

Un aviso para todos los defensores de la totalidad de la Constitución debe ser que fue creada como compromiso entre partidos opuestos, pero interesados todos ellos en repartirse la rebañina de las nuevas instituciones democráticas.

Fue un mero consenso interesado y transitorio para todos. No es un dique firme frente a la erosión nacionalista y del actual gobierno subversivo . De la cosotosa, ineficiente, y disolvente aberración autonómica no hace falta hablar.

No debe confundirse un “programa unitario de mínimos” (soslayando lo que no esté directamente relacionado con las causas de la actual situación degenerativa) con la vaguedad o las generalidades en el lenguaje, como si hubiera miedo a ser algo concreto, a hacer política y no simplemente ciudadanía que se indigna, protesta y se vuelve a casa.

No. De estos grupos que surgen por toda la geografía española debe salir una organización o, de momento, una “unidad de acción” que dote al movimiento de identidad, consciente, sin miedo. Para los que luchamos desde le País Vasco o Cataluña o Galicia, una simple “Ñ” o un “España y Libertad”, o un “Fuera la Dictadura Nacionalista”, que aparezcan en nuestras calles es un acto de propaganda y afirmación inmensos, que quizás no es entendido ni tiene el mismo simbolismo en otros lugares de nuesto país.

El efecto que han tenido las manifestaciones masivas plagadas de banderas e himno nacionales ha sido devastador para los separatistas y sus cómplices, que se creían ante una nación sin espíritu ni organización.

Este “espíritu de Ermua” y este espíritu de la “campaña antiestatutos” debe fructificar.

De hecho, las posiciones de la población sobre los grandes temas (terrorismo, inmigración, unidad nacional, paro) vienen dados por su adhesión previa a una opción política, que les marca la opinión, y no al revés.

El programa de un partido dota a este de coherencia y credibilidad, pero lo que causa la adhesión o el entusiasmo no es la reforma de la Seguridad Social o los proyectos energéticos, sino la esencia, los motivos de existencia (verdaderos o falsos) de esa organización.

Nadie es del PSOE, de ERC o del PNV por sus propuestas sobre transportes, por ejemplo. Por muy materialista que sea la sociedad demanda cada vez más grandes causas y grandes ideas, especialmente ahora que las ideologías mueren de vejez.


Ya hemos dicho en anteriores comunicados cuáles consideramos los NOA que deben ser esos ejes comunes a todos, y también bajo qué consignas debemos empezar a actuar. Las reiteramos:

España y Libertad.
Unidad.
Contra los privilegios nacionalistas.
Contra el nacionalismo y sus cómplices.
Refundar la democracia.
Ley y democracia.

Nuestra debilidad es su fuerza.

N.O.A. Núcleos de Oposición Antinacionalistas