La manifestación convocada por el Partido de los Ciudadanos el 28 de septiembre en Barcelona ya fue precedida de polémica en los blogs del movimiento sobre ciertas declaraciones contrarias a la presencia de la bandera española (la primera bandera nacional que se alzó en esta manifestación fue enarbolada por nosotros, los NOA, y se hizo un vacío alrededor del grupo -como habían hecho tiempo atrás en una de las manifestaciones de la AVT en Madrid-, después aparecieron otras, seguramente de organizaciones distintas a Ciudadanos, y tuvieron que tolerarlas).
Análogamente ocurrió con la concentración del 22 de Noviembre frente al CAC (el organismo censor-represor de los medios de comunicación del totalitarismo nacionalista), para la que los blogs afines (¿sólo afines?) pedían un “mar de banderas nacionalistas que ahogara las hipotéticas banderas españolas que hicieran acto de presencia”, pero no ocurrió así, lo cual es significativo.
Y eso a pesar de que el partido parece querer paliar su crisis enfocando la labor parlamentaria en el tema que debería ocuparles preferentemente: la tiranía nacionalista que nos oprime. Pero pese a su expresa supuesta “indiferencia” a “las banderas”, se refieren naturalmente a la española, nada dicen de no llevar banderas catalanas, o pancartas en catalán. No se dan cuenta de que en el otro bando (sí, bando) no les interesa la mano ofrecida más que para escupir en ella. Si es cierto que los trapos coloreados no sirven de nada ya, no es extraño que coincidan, en la práctica, con EA (que se opone a colocar la bandera nacional pese a la sentencia del TS) porque “la bandera española no concita el consenso exigible en una sociedad democrática”, pero los trapos nacionalistas si, esos no molestan o molestan poco.
Nos recuerda esa postura a la de aquél efímero grupo procedente de la “Asociación por la Tolerancia” que se dedicó a pintar “ñy” en un vano intento de resolver su esquizofrenia imposible.
Pero el síndrome de Estocolmo, o el de «hacerse perdonar» no ser nacionalistas, permanece inoculado. Y más que eso, afirmamos que el criptonacionalismo incrustado en su seno está en el origen (oculto o negado) de sus problemas e inestabilidades aunque se presente con distintas apariencias. Lo mismo ocurre con las secciones territoriales (o como se las quiera llamar) de cualquier otro partido, como UPyD, que pretenda implantarse en territorios dominados por el nacionalismo; las tácticas (y las maniobras concretas) podrán diferir, pero los resultados son siempre los mismos: trabas, dificultades, escisiones espúreas etc… todo lo que pueda llevar a la inoperancia y, eventualmente, al colapso. Sólo con una definición clara y contundente puede cerrárseles el paso.
Y a propósito de las banderas, queremos, de pasada, señalar un incidente acaecido en la concentración contra el CAC, que obviamente no ha sido mencionado. La policía autonómica, “Mozos de Escuadra” (sí, los que fundó Felipe V), se abalanzó contra un joven que llevaba un largo mástil con DOS banderas nacionales y un cartel encima que identificaba al CAC con la esvástica nazi. El pretexto era el cartel y que éste “ponía nerviosas a algunas personas”.
Curioso, porque había otros carteles similares.
¿Y a quién “ponía nervioso”?. O fue una excusa para atacar aquellas dos banderas españolas (para ellos enemigas) que ondeaban tan altas, por orden superior. ¿O una provocación?. O bien se trataba de una queja directa de los del Partido de los Ciudadanos, a cuyos cargos y a algunos militantes no les gusta acercarse a nuestra bandera (sí a la catalana), a pesar de su actual política parlamentaria.
Bien, que sigan centrándose “en las personas” y dejando el campo libre a los símbolos (y los conceptos básicos, colectivos) del enemigo, que sigan cargándose el proyecto del movimiento de resistencia contra la tiranía nacionalista y sus aliados zetaperos, que eso es, hasta hoy, Ciudadanos y en eso parece que lleva camino de convertirse UPyD, por obra de los mismos infiltrados “progresistas solamente” que se cargaron el proyecto de Ciudadanos tan largamente gestado.
Nosotros seguimos gritando quiénes somos y contra quienes luchamos. Y no son entelequias. Se trata de conceptos fuertes: España y libertad. Y nada más. ¿Sabéis vosotros quiénes sois y por qué lucháis?. Esperemos que sí (y que sea verdad).
¿Se definirán algún día sin tapujos ni medias palabras que puedan interpretarse de forma distinta según la coyuntura?.
En sus actuales discursos parecen haberse dado cuenta (¿mero oportunismo?, ¿convicción?) de que lo que moviliza, lo que la gente realmente espera es la actitud con respecto al nacionalismo, y no otras cuestiones cuya importancia frente a aquél son muy secundarias, pese a las apariencias y urgencias del momento, pero que en definitiva comprometen muchísimo menos, en especial cuando no se las vincula con el nacionalismo (que crea unos problemas, y agrava hasta extremos inauditos todos los demás, lo que es más perceptible en estos tiempos de crisis económica).
Pero eso son sólo los discursos en los mitines y poco más, porque luego la propia naturaleza de esos partidos (“regenacionista” el uno, “no nacionalista”, o indefinido, el otro) les lleva a atemperarse y a actuaciones algo morigeradas, o por ser más educados, “posibilistas”, guardando un cierto grado de “corrección política”, que los hace más efectistas que efectivos, y ello independientemente de que sus manifestaciones levanten algaradas entre los nacionalistas, pero no es por los contenidos “en si” de la acción real de esos partidos, sinó porque forma parte de la estrategia maximalista de los nacionalistas (quienes se preocupan muy poco de “ser políticamente correctos”): ultra ofenderse por cualquier cosa que les roce, expresar con la mayor virulencia esa mezcla de victimismo, ira, y agresión, con la que hasta ahora han logrado amedrentar, y paralizar, a quienes se han atrevido a señalarles
Las buenas intenciones no bastan en política, y menos con gente que proclama abiertamente eso que en lenguaje “políticamente correcto” llaman “asimetría”, es decir desigualdad ante la ley, opresión y saqueo. Con la mentira y el ocultamiento no valen las medianías.
Cuando hace bien pocos días las JERC convocaban el aquelarre antiespañol del 6 de Diciembre, Ciudadanos sentenciaba que “estas actitudes les acercan peligrosamente a comportamientos extremistas y totalitarios”… entonces ¿ahora qué son?, ¿así creen que se enfrentan al nacionalismo?, parece como si vivieran en una irrealidad, esa actitud tan “condescendiente” no les corresponde a ellos, sinó a los nacionalistas que son quienes detentan el poder; Ciudadanos no es más que el actual muñeco de pim-pam-pum de las bandas de matones nacionalistas (en absoluto al margen de los partidos “oficiales”), y así lo han sufrido ya en sus propias carnes en repetidas ocasiones. Y ahora ya les llaman “ratas” (¡que coincidencia, lo mismo hacían las bandas de matones de las SA con los judíos!). ¿Qué más se necesita?. No estamos ante meras provocaciones, “pelillos a la mar”, sinó ante la evolución lógica de un proceso en el que los totalitarismos ven (tal vez, y para nuestra desgracia, acertadamente) en la moderación y la actitud dialogante, debilidad, sumisión, y falta de voluntad para el enfrentamiento.
Y más ambigüedades. UPyD no acudió oficialmente a estas pequeñas movilizaciones. Suponemos que por cuestiones políticas de “equidistancia” con Ciudadanos. Eso de la equidistancia lo dominan bien Ciudadanos, ya cuando estaban en la Asociación por la Tolerancia, aunque finalmente siempre terminan tirando para el lado del enemigo, pese a que igualmente les llame “franquistas”, “fachas” y “españolistas”,
Esa manía de tirar contra el más cercano a uno mismo es la ponzoña que corroe todo movimiento. Ciudadanos con UPyD, estos con los demás, y los demás con los grupos “menores”, pero no menores en actividad, andan más ocupados en ningunearse que en trabajar por la unidad del movimiento de resistencia.
Parece que luchan por ver quién es más “no-nacionalista” y menos antinacionalista, o sea, más “políticamente correcto” según los nacionalistas y sus cómplices.
Guste o no, el sistema autonómico no es reformable ni regenerable, no puede funcionar de otra forma, no ha servido para aplacar y desactivar a los nacionalismos, y es la consecuencia inexorable de una Constitución muy mal hecha que los ha incentivado, que ha hecho que el propio Estado los arrope aunque se dirijan contra él mismo, y que encima no rige en los territorios dominados por el nacionalismo … y casi que tampoco en los demás.
Denunciar el sistema autonómico y proponer su liquidación no es puro radicalismo, es una exigencia de racionalidad, de supervivencia para la libertad y la igualdad. Que nadie sea tan ingenuo para creer que las autonomías (verdaderas cuevas de Alí-Babá), van a devolver competencias al Estado, así, sin más. Obviamente la liquidación de las autonomías implica, necesariamente, la liquidación de éste Estado, de arriba abajo, pero eso ya se hizo en la “transición de la ley a la ley” (como se dijo), ¿quién se hará ahora el “hara-kiri”?.
La prostitución del sistema político (de los partidos que lo sustentan y se benefician) y la corrupción y tergiversación del lenguaje nos lleva a aceptar, como si de un tabú se tratara, que “en Democracia, todas las ideas son respetables”. Y no es así, aún en Democracia, o precisamente en Democracia “no todo vale”: no todas las ideas son respetables, no se puede tolerar a los intolerantes, no se puede admitir que en nombre de la Democracia se vacíe ésta de contenidos desde dentro, que es lo que hacen, y han hecho, todas las ideologías totalitarias como los nacionalismos (por más que se declaren, hipócritamente, demócratas; también Hitler, su predecesor, lo era, y logró el poder “democráticamente”, y así bastantes otros), ni tampoco vale que se corrompa el principio de “un hombre un voto” al hacer, gracias a la impagable Ley Electoral, que no todos los votos valgan lo mismo (compruébense cualesquiera resultados electorales: pura desvergüenza, la antidemocracia).
Brevemente, el nacionalismo integral debe ser erradicado y prohibido.
Pero pese a todas las deficiencias e insuficiencias, valoramos positivamente la existencia de esos partidos que, más mal que bien, canalizan las ansias de parte de la población harta de ser humillada e insultada.
Lamentablemente son mayores las expectativas que crean que las realidades que propugnan. La actitud combativa capaz de colmarlas debe reflejarse en el contenido ideológico y conceptual de esos partidos o de otros que pudieran surgir y que supongan un paso más allá, es decir con capacidad para liderar el movimiento de oposición al nacionalismo.
En ese sentido afirmamos que existe un vacío; gracias al abandono de símbolos y contenidos de “la innombrable” éstos quedan a merced de grupos o partidos impresentables (como DN y otros similares) que ramoneando en los márgenes del sistema simplemente se los apropian sacando provecho de ellos con finalidades oscuras que en nada suponen ningún progreso.
Un movimiento que no se atreve a levantar su bandera y ser beligerante está muerto políticamente. Y esa bandera ya ondeó y ondea en las manifestaciones de la AVT.