Escuchamos hablar a Rosa Díaz, líder de UPyD: todo es ahorro suprimiendo diputaciones y unificando ayuntamientos.
De las autonomías nada, aparte de alguna devolución de competencias, como Educación, elemento primordial de adhesión social, suicida y alegremente, cedida a los separatistas.
Su argumento cumbre es la desigualdad en los servicios a los ciudadanos. Invocación al Estado de Bienestar cuando ya no es posible económicamente y menos con autonomías
Y es que nadie se atreve a tocar el tema crucial de la aberración autonómica, que es nacional, económico y socialmente ruinosa.
Los intereses ocultos tras el 15-M y su futuro partido racial ocultan este gasto, mientras se meten con todos: Ejército, Monarquía…y, muy curioso, a las autonomías las defienden.
La piedra de toque de cualquier movimiento regenerador de la vida pública es este. La prueba del algodón.
No hay, por lo tanto, un reformismo real.
Es un reformismo sucio, infiltrado y condicionado por el separatismo. En la acampada del 15-M anterior, el abogado asesor del movimiento era el de los etarras. El “derecho de las autonomías” fue por delante, claro.
Sin una posición revolucionaria fuerte no hay norte ni plan, y se terminará yendo a donde no se quiere. Lo que pretenden los reformistas es retroceder a un punto indeterminado en el pasado de la deriva separatista. Quince o veinte años atrás, y ahí quedarse (para emprender de nuevo el mismo proceso…el cuento de nunca acabar).
Ingenuidad, los separatistas siempre han dicho que sus metas son ilimitadas. Ni siquiera se pararían con la independencia y la anexión de otros territorios (Valencia, Navarra, Baleares, Aragón), quieren destruirnos, explotarnos, esclavizarnos, humillarnos.
Somos sus judíos: envidiados, odiados, temidos y deseados. Somos su complejo.
Así que aplastar el sistema autonómico-separatista y partitocrático es la única meta.
Lo demás es circunstancial y secundario.