España ya no es «una»…

España ya no es

España ya no es «una»…

Urkullu, en el día de su reciente aquelarre, para consumo de su partida y de paso molestar o insultar a los demás (que parece que queda muy «macho»), ha afirmado que no nos enteramos, que los tiempos han cambiado y España ya no es «una»… Y esto es así, incuestionable, simplemente porque lo ha formulado dicho individuo. Trasponiendo machaconamente realidades por deseos se logra forjar una realidad virtual que mantiene en espectante efervescencia a sus adictos lo que es imprescindible para proseguir con las alucinadas invenciones nacionalistas y los secesionismos, mientras a cubierto de miradas se desarrolla el verdadero juego de intereses.

Pues no.

Estamos muy enterados de que los tiempos han cambiado, y, con mayor autoridad que ese porque nos sustenta la realidad de la Historia, más que milenaria, cuyo no es su caso, afirmamos que España es, y sigue siendo, una (aunque pueda exasperar a muchos).

Cierto que España puede desaparecer; enemigos no faltan: los seguidores de esa ideología nacionalista (teoría de muy reciente aparición -100 o 150 años-) que inventa naciones (y destruye a otras) y gratifica con soberbia y la afirmación de superioridad diferenciadora (racial) a sus adeptos, y por otra parte abundantes «conciudadanos» (que no compatriotas) imbuidos, desde aparentemente distintas instancias, de intensa hispanofobia por la acción de una «izquierda» peculiar, distinta a todas las que se dan en los paises que nos rodean, y de una progresía incalificable.

No dejan de sorprendernos los nazionalistas con tanto cacareo, desafíos y amenazas…¿quién retiene realmente sus ansias secesionistas?… los distintos gobiernos de la partidocracia nunca les han plantado cara ante sus excesos y casi que ni ante sus crímenes; y así han crecido. No han tenido ni tienen ningún obstáculo que se les oponga…¿la Constitución? ¿las leyes?… todo se lo han saltado como han querido y ningún gobierno les ha exigido su cumplimiento, con una actitud de dejación de sus obligaciones, de pacto y colaboración, que está resultando claramente subversiva respecto al propio país que gobiernan.

Lo llamativo es que afirmándose no españoles e incluso antiespañoles y con tanto odio y desprecio como destilan ¿qué hacen en España? ¿porqué no se van?… pero el territorio se queda, es España  y siempre lo fue, robárnoslo no será gratuito.

El gato encerrado de estas contradicciones y complejidades hay que buscarlo en los intereses económicos personales, de poder, de corrupción, de fracasos y de incompetencias, de unos y de otros. Y ahora se llama a la «imaginación» para salir de un lío que puede dar al traste con el chiringuito, a unos les preocupa que «sea pero que no lo parezca», otros andan con el trágala de «federalismo», sin especificar, para ocultar que se trata de dejar una puerta abierta para la disgregación creyendo que eso les dará el rédito político para hacerse con el poder y mantenerlo largo tiempo, y los nazionalistas ahora tratan de convencer de que la secesión es ventajosa para todos. Porque sí.

En eso si estamos de acuerdo, que se larguen, el territorio se queda, y estaremos en una situación ventajosa: nos habremos librado del cáncer. ¿Tendremos esa suerte?, lo más probable es que nos la tengamos que ganar con mucho esfuerzo.

Por ello todos nuestros afanes se han de centrar en: la abolición de las autonomías, la reconstrucción del Estado unitario, establecer una nueva Constitución y ley electoral, establecer una justicia independiente de los políticos, ilegalización de los partidos y sindicatos actuales, detención y exigencia de responsabilidades de toda la castuza política y sindical actual y su inhabilitación perpetua. La ilegitimidad del sistema político actual permite abogar por la toma del poder, que solo lo pueden hacer con legalidad las fuerzas armadas, y el establecimiento de un Gobierno provisional.

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