Frente a esta situación de emergencia invasiva sólo sirve la oposición sistemática, la propuesta de eliminar el cáncer partitocrático, de las élites locales y regionales que siempre han estorbado el progreso, de los separatistas y sus mentiras culturales y económicas, sus canales de expresión y sus bases sociales y grupos intelectuales y económicos. Radicalmente.
Como dijo Ortega: «españoles, vuestro Estado no existe, reconstruidlo». En ello nos va la prosperidad y la libertad, y también la memoria y la identidad propios. Acabar con las taifas y su saqueo y opresión.
La organización que hay que levantar deberá atraer a militantes que deseen formarse y resistir la presión del pasotismo y la disolución de este sistema, y que denuncien su verdadero carácter totalitario.
Deberán de guiarse sólo por la fidelidad a esta verdad: la existencia varias veces milenaria de nuestra Nación, la lucha del Pueblo por la libertad y la prosperidad y el fin tanto del pesimismo destructivo de las élites mercenarias intelectuales como del optimismo acrítico y mercantilista de los conformistas.
Y, aviso para navegantes, rechazamos y no admitimos el fascismo o cualquier nacionalismo, ideología de los que no son, y ajena a nuestra Historia y manera de pensar y ser. Son producto de germanismos ideológicos y degeneran en voluntad de exterminio y destrucción de tipo pagano y origen protestante. Son mesianismos irracionales que rinden culto al Estado como comunidad viviente que sustituye al verdadero pueblo, y la nación real por la voluntad de poder. De hecho utilizan la bandera nacional como lienzo para pintar sus símbolos, pero no les interesa realmente, y algunos han llegado a negar a España para lanzar sus utopías y aberraciones europeistas y racistas. Como el enemigo.
En cuanto al franquismo, surgió de la necesidad de frenar la deriva destructiva y subversiva de la azarosa II República, e impuso un autoritarismo conservador basado en el Ejército, la Iglesia y la Monarquía para lograr un desarrollo económico sin sobresaltos sociales, desarrollo que provocó la propia caducidad del régimen y el alejamiento de él de sus tres pilares. Después se desataron todas las ambiciones. Ni a aquel régimen ni a estos les importaba España como tal, tenían sus propios objetivos.
Nosotros sólo tenemos uno.