Muriel Casals

Principal de esa sórdida organización sarcásticamente denominada «OmniumCultural» (que de cultural no tiene nada, es la fábrica donde se inventa la cultureta edulcorada que les hace delirar), ha tenido la desvergüenza de insultar (en su tv3, claro) a quienes reclaman una educación bilingüe para sus hijos, calificándoles como «maltratadores».

Se ha olvidado de cuando desde ese mismo basurero se reclamaba el bilingüismo arguyendo: desde «profundos estudios» hasta «derechos humanos» (que según parece ya han caducado) ¿entonces ellos también eran maltratadores, y abusaban de sus hijos?.

Tras el bilingüismo, vino el monolingüismo, y tras él la expulsión y acoso de la Lengua Española, y de todo cuanto tenga que ver con España.

Tampoco se ha cortado en afirmar que hace falta «una cierta violencia para avanzar» -«avanzar» significa conseguir sus objetivos, claro- ¿se trata acaso de la misma violencia necesaria para impedírselo? ¿sus aspiraciones son tan legítimas e indiscutibles que justifican la violencia, y las aspiraciones de los demás no?. Sí, porque lo han decretado ellos mismos, torpe copia alpargatera del nazismo histórico, su modelo.

Su cinismo e insoportable soberbia corren parejo de su zafiedad, y así, tomaron como símbolo el burro, lo que es un insulto para el animal y una loa a ellos mismos.

Estamos hartos de esa gentuza, del expolio a que han sometido a todo el país, de la ruina a que nos han llevado y de su engreimiento caricaturesco y paleto.

Estamos hartos de esos asquerosos.

Estamos hartos de todos los que lo hacen posible: la pijoprogresía, el Sanedrín de las Universidades que pontifica desde su púlpito de excrementos, del podrido e indecente mundo de la «justicia» poblado de delincuentes y de felones, de la casta política y sus militantes- unos grotescamente antiespañoles y los otros falsos, cobardes y mercaderes-, y también de esos partidillos que son como la muleta de los toreros, que atrae, amaga, engaña y esquiva.

Y no nos situamos del lado de esa mascarada del 15-M, que bajo una apariencia de radicalidad han tenido buen cuidado en no pisar los callos que «de verdad» pueden doler. Burdas marionetas.

Es imprescindible librarse de todas estas heces.

No queda más camino que la ¡INSURRECCIÓN!

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