No vamos a sumarnos a los numerosos bailes de cifras que han sido aireadas por todos los medios, ni a las prolijas explicaciones (excusas de unos y acusaciones de otros) llenas de tecnicismos que las envuelven.
Apartamos toda esa hojarasca. Nos quedamos con los hechos.
Las llamadas «reformas» simplemente han hecho recaer sobre la población el peso del desastre económico; y siguen. Pero no tienen efecto sobre quienes pueden aportar el dinero necesario para afrontar la deuda y los intereses: conocen perfectamente el problema, están al corriente del desmadre autonómico, el verdadero agujero negro, y del descomunal despilfarro. Sólo una profunda reforma del sistema podría darles confianza.
Pero ni éste vergonzoso gobierno del PP, que blinda a la casta política frente, y contra, la población, ni el resto de partidos del sistema están dispuestos a enfrentarse a las autonomías (y menos a liquidarlas), tanto por debilidad ante sus «barones» como por convicción propia.
No van a desmontar un sistema creado para sí mismos bajo el que se ha creado una densa red de intereses y vinculaciones a la vez que ha fomentado un estado de corrupción generalizada que abarca a todos.Y aún en estos momentos el despilfarro sigue (la relación de hechos es interminable y ampliamente publicitada) pese a algunos retoques cosméticos que pretenden ocultarlo mientras se recortan por doquier los servicios esenciales a la población, cuando ya no hay dinero.
En éste contexto no podían faltar los nacionalistas con su eterna liturgia de victimismo y amenazas con la que suelen enmascarar ante sus fieles su ineptitud, su demencial derroche en crear naciones inexistentes y la más que notable corrupción que anidan.
Numerosas protestas (y más que habrán) vienen a exteriorizar la incipiente ira de la población, pero ha de quedar claro que la mayor parte de la dimensión de esta crisis, así como la dificultad para resolverla, son las consecuencias, no las causas, como ya habíamos dicho en repetidas ocasiones cuando aún había dinero y a muchos les parecía que no importaba.
Las causas contra las que hay que dirigir todos los ataques son:
- los separatismos.
- la aberración autonómica.
- la purria política al completo; sin excepciones.
Hay que acabar con este sistema desmadrado.
¡ Insurrección!
Por un Gobierno de Salvación Nacional con exclusión definitiva y exigencia de responsabilidades de la purria política y sindical actual.