¿Falso referéndum?… fracaso doble.

La cosa del 9-N no reunió ninguna de las condiciones para ser un referéndum o una consulta democrática válida, ni tan solo una macro encuesta. Es decir se trató de un algo indefinible pero que ha desembocado en un pucherazo a lo bruto.

Dado el descontrol y venalidad del proceso se sabía de antemano tanto la participación como los “resultados”. En consecuencia se podía haber ahorrado la mascarada que, no obstante, ha desempeñado una función propagandística apreciable.

Pero el mismo 9-N que según afirmaban días antes “no era nada”, ahora ya ha adquirido categoría de referéndum democrático y los “resultados” consignados no pueden ser desestimados ni obviados; hay que darles realidad. El conejito ha salido de la chistera.

Se trataba (así estaba anunciado) de “engañar” al Estado, para lo cual el Gobierno, y el partido en él, el PP, ya estaban muy bien dispuestos y participaban de la farsa de vetar (a través del no menos farsante Tribunal Constitucional) la realización de tal acto. Y ello en medio de serias, “pero serenas”, amenazas, si se producían desafíos o desobediencias… hechos consumados que se han producido, siguiendo el guión, sin consecuencia alguna -de momento- y con la inestimable colaboración de los fiscales y jueces que aún siguen “estudiando” para dilucidar si hay delito (están tan habituados a retorcer las palabras que ya no pueden distinguir entre el blanco y el negro).

Realmente no es más que un inmenso engaño en el que a los nacionalistas (CyU/Mas) se les ha ido la mano y ello dificulta la operación por la que se disimularían las corrupciones que ya iban emergiendo (Pujol, Mas…) y que entre todos había que tapar o contener, así como el enorme fracaso gestor del incompetente Mas.

Paralelamente se ha desarrollado el juego de la lucha por el poder entre ERC y CyU. En este juego de enmarañados lances, fintas y huidas alocadas hacia adelante se ha llegado a situaciones inciertas, y paradójicas, al haber excitado, y movilizado el nacionalismo previamente inoculado por la presión propagandística que da el control de todos los medios y de la enseñanza durante años, “creando” sentimientos de odio a todo lo español en sectores amplios de población a la que se ofrecen expectativas desmesuradas, delirantes y racistas propias de la ideología.

El clímax lo ha puesto la aparición de un factor nuevo: la enorme crisis económica, en su mayor parte endógena y como vamos sabiendo generada por enormes y extensas prácticas corruptas, despilfarros y robo.

Este nuevo factor es el que ha limitado y alterado el método normal del trapicheo y compra de apoyos en el Congreso a los sucesivos gobiernos (PSOE y PP) mediante concesiones a los nacionalistas costosas y deletéreas para la Nación Española. Poco les ha importado… ambos antiespañoles. Pero ahora hay muy poco dinero y casi nada más que ceder, y el órdago nacionalista es final.

Para ambos partidos (PSOE y PP) se trata, ante todo, de salvar el chiringuito, que ya empiezan a temer que se les puede caer encima (pero aun así siguen contumaces en sus enjuagues), y así vemos que ante la quiebra de la Generalidad, Rajoy y sus esbirros han inyectado desde 2012 dinero a espuertas en esa comunidad, también sin control alguno, y con destino final dudoso. Aún así ¡hay que salvar a CyU! (y si se puede, o si se deja, también a Mas).

Es un esfuerzo inevitable para mantener como sea el “sistema”, compuesto por el PP y el PSOE, asistidos por CyU y el PNV, a los que no hay que dejar caer de ningún modo, y algunos otros comparsas secundarios que ocasionalmente hacen algún “cameo” por la política local.

Pero los políticos nacionalistas arrastrados por sus luchas internas, han derivado (ocultado) su fracaso económico en un desafío al Estado con aparatosas, y magnificadas, movilizaciones populares jaleadas con planteamientos secesionistas por una intensísima y opresiva propaganda a través de todos los medios de comunicación, trufada de quiméricas promesas y de otras cínicas reclamaciones que podrían estar ampliamente satisfechas con los medios y atribuciones con que han contado, de no ser por su rapacidad extrema y su ineptitud gestora. Su propia codicia y falta de honradez ha castigado a su población, pero ésta, ciega a la realidad por el fanatismo, da por buena la consigna: “España nos roba”.

Los resultados publicitados por ahora (puesto que la votación-fraude se prolongará durante ¡15 días!), pese a la carencia de garantías y de control, con abundancia de irregularidades, son un sonoro fracaso: una participación que apenas alcanza el 30% (con un censo ampliado que incluye a jóvenes de 16 años, más extranjeros recientes o no etc…e incluso la posibilidad de votar repetidamente como ha sido demostrado claramente). Y de ese 30%, un 80% ha sido afirmativo, es decir el independentismo solo ha sido manifestado por el 24% de la población convocada, el 76% restante ha sido indiferente a la convocatoria secesionista. Los independentistas son una minoría exigua.

No obstante no hay que echar las campanas al vuelo porque simultáneamente también ha sido un fracaso del Estado que tras anunciar que impediría esta versión de consulta-trampa, ha asistido impertérrito a su realización, pretendiendo engañar a la población española, con la excusa de que era una iniciativa particular de dos entidades (ANC y “Odium” Cultural, ambas terminales directas de los partidos nacionalistas) ajenas a las autoridades legales.

Pues bien, la Generalidad en un acto de arrogancia se ha declarado responsable, humillando y doblegando con ello al Estado –no a un Gobierno concreto- ; es tal la vergonzosa ausencia y dejación del Estado en Cataluña que incluso una insignificante gritona, la Forcadell (ANC), pese al fracaso consultivo, ha podido afirmar que ya habían “desconectado del Estado”.

Si ya sabíamos de su inexistencia en la región, en esta ocasión tan especial en que se desafía al Estado con la secesión, alcanza cotas insuperables la cobardía y vileza del actual ejecutivo y de su cabeza: Rajoy, otro incompetente e indigno, encubridor de corruptos, incapaz de hacer frente a los nacionalistas y por lo tanto, en la práctica, cómplice de ellos, este Sr. y ese partido (el PP) faltos de decencia, de principios, de moralidad y de patriotismo (un “coñazo”) están descalificados para seguir ocupando el poder y deberían ser desalojadosde él.

Y no es que del otro partido, el PSOE, también antiespañol, podamos decir cosas mejores, porque, además de corruptos hasta la médula, ante el actual desafío, su secretario general (Pedro Sánchez, otro que también “habla catalán en la intimidad”), ya ha anunciado que tiene los pantalones bajados y en premio a los golpistas, por quebrar el Estado, les ofrece modificar la Constitución “a la carta”, pero nunca nos explica en qué consiste eso del “Estado Federal”, a qué clase de federación se refiere, ¿será también un “tipo especial” –como lo era aquello de “una República de un tipo especial” de antaño-?. No le demos más vueltas, es un trágala. Es muy difícil, imposible, saber de los dos quién es más nefasto para España, si el PP o el PSOE.

Probablemente la desobediencia de los entes públicos en Cataluña sea simplemente una cuestión de orden público, pero el desbarajuste del Estado y del modelo autonómico es una cuestión que requiere el derrocamiento de éste sistema que acabará con España si antes no se acaba con él, y eso sólo puede ser llevado a cabo por el Ejército cuya primera obligación es la defensa de la unidad de España.

Más despilfarro

La siguiente es otra payasada, porque como todo el mundo sabe, la demanda es abrumadoramente nula. Como ésta las hay a docenas. Todas estas bromas (además de los grandes robos) hay que pagarlas a costa de notables recortes en cuestiones básicas, pero al rebaño no le importa porque ya se sabe: el nacionalismo es caro. Los nenes mal criados quieren el jugete a toda costa.

Incidentalmente, invitamos a los lectores que gasten un poco de tiempo en averiguar el curriculum de las dos profesoras, es ilustrador.

La hora de las realidades: el propio sistema “es” la corrupción.

Parece inevitable comentar los nuevos casos de corrupción. Pero es que ya no nos escandalizan ni nos sorprenden.

Lo que nos sorprendería a estas alturas es que se aclararan, que se juzgaran rápidamente, que se impusieran y cumplieran las penas de cárcel y que se exigiera resarcir el daño causado. Pero no es, ni ha sido así; el recientísimo caso “Pallerols” (que afecta a la UDC de Durán) y los demás, en ciernes, lo corroboran una vez más.

Cuando el simulacro de justicia que tenemos, actúa –siempre con gran dilación dejando a muchos delitos prescribir-, las componendas o los indultos, restituyen el orden putrefacto de la casta política.

El historial de la corrupción (término en el que coloquialmente se agrupan diversos tipos de delitos e indecencias -como las condonaciones de deudas a partidos, las exenciones fiscales de que gozan los políticos, y demás prebendas etc…-) es una saga sin fin desde el inicio de la “Transición”, y cada nueva fechoría se superpone, en rápida secuencia, a la anterior, relegándola casi al olvido.

Se dice que nos hemos acostumbrado a la corrupción y que hemos aceptado con indiferencia la impunidad y el descaro con que se produce. La hemos aceptado desde que, pese a su pertinaz presencia, la población ha seguido votando contumazmente a los mismos partidos corruptos. Así es, y de esa irresponsabilidad, somos culpables.

Somos culpables porque votándoles colaboramos y nos hacemos cómplices de la putrefacción y el robo.

Solo que ahora, con la tremenda crisis que golpea, la indecencia, especialmente cuando se da en la casta política, es más lacerante y parece insoportable.

Pero acrecentaremos nuestra culpa si, pese a todo, les seguimos votando.

También se dice que no todos los políticos son corruptos; tal vez todos no lo sean, pero de ningún modo se trata de “individuos aislados”, hay cómplices necesarios por acción u omisión. A ello nos lleva lo azaroso del proceso por el que se descubren nuevos casos (normalmente delaciones, traiciones e intrigas internas), y sin olvidar que se extiende a todos los niveles, hasta los más bajos, de menores importancias materiales y más difíciles de detectar. Tal vez los “casos aislados” a que se refieren sean, precisamente, los opuestos.

Ha imperado la “ley del silencio”, ya que se da en todos los partidos, hasta que la crisis ha ahogado amenazadoramente a las extensas redes clientelares establecidas en la partitocracia, en las que unos encubrían a los otros en un círculo cerrado, y pese a todo, ahí permanecen.

Por eso los partidos se perciben como bandas de malhechores donde se reúne lo peor, lo más hediondo de la sociedad y, en consecuencia, se profundiza el rechazo, desprecio y hartazgo de la sociedad hacia ellos. Ya no valen.

Es repugnante ver, en los momentos actuales (Febrero 2013), a Rubalcaba (y otros como IU, CiU, etc…) líder de un partido absolutamente podrido, clamar contra el no menos podrido PP. La conquista del poder exige lanzarse a la yugular del contrario. Pero ninguno de ellos merece ocupar el Gobierno.

Hablan de un “pacto anticorrupción”… su solo enunciado les delata. ¿La no corrupción, la decencia, se pacta? Si se lleva a cabo tal cosa no será más que un paripé para prolongar el saqueo y el latrocinio (el ejemplo lo tenemos en la podrida caverna separatista que cínicamente convoca una “cumbre” para recabar ideas anticorrupción. ¿Habrase visto mayor mascarada y burla?).

Es tal la indignación que por fin han levantado, que sus mastines en los medios, e incluso algunos políticos, empiezan a impresionarse. Tocan a rebato. Estos bomberos ven como única salida la regeneración y la autodepuración, ya que empecinarse en la negación y la ocultación, como han hecho hasta ahora, es muy imprudente, e incluso peligroso, por lo que tiene de prepotencia y de desafío a la población.

A nosotros nos da igual lo que hagan para “controlar daños”.

Su problema no es nuestro problema.

Ellos, son nuestro problema.

En el sistema que han desarrollado para sí mismos, en las autonomías –causa principal-, en la partidocracia –con sus manejos electorales-, la corrupción es inherente.

Afirmamos que el propio sistema “es” la corrupción.

Pero pese a lo llamativo, la corrupción económica no es lo peor. Lo peor es la corrupción política, en la que sí están involucrados todos. Se trata del incumplimiento de la Constitución (lo llaman “interpretación laxa y conciliadora” de la misma), de las leyes y sentencias y del sometimiento de la justicia al control de los políticos…; brevemente: la dejación del Estado, su ausencia, que ha generado una tremenda crisis institucional, aparentemente imparable ya.

El constante trapicheo con los separatistas por intereses meramente sectarios y electorales y la desidia, el desinterés y la inconfesada antiespañolidad (en algunas facciones políticas, e inoculada insidiosamente en una parte de la población como idea “progresista”) ha estimulado el crecimiento de la bestia nacionalista que ya se permite declaraciones sediciosas y golpistas con total impunidad.

Así es como el Gobierno de la autonomía en Cataluña, que es una institución del propio Estado, gracias al cual existe, rompe la soberanía del pueblo español declarando, ilegalmente, la suya propia.

Y no reconociendo las leyes del Estado, puede, en cualquier momento, en un acto de rebelión, declarar la secesión (la anunciada “consulta” ya no es de hecho necesaria, se trata de una mascarada, una escenificación, para darle aspecto de plebiscito, de demanda popular).

Frente a esta situación, que culmina un largo proceso de cesiones y renuncias a plantarles cara, el Gobierno actual no va a actuar. Quedó claro al enunciar “que esa declaración no sirve de nada”. Problema resuelto. Una vez más constatamos que para el “PP”, España no es su tema. Otro tanto podemos decir de algunos partidos de la oposición (P(soe), IU, PSC…) subrepticiamente antiespañoles, que pretenden camuflar su complicidad con los separatistas con esperpénticos proyectos federales “asimétricos”.

Para la defensa del país, ante su posible ruptura, nunca se van a unir. En lo que de verdad están unidos, todos, es en la corrupción… en sus felonías. Y si a algunos de ellos puede inquietarles la idea que se les hunda el chiringuito, otros, en cambio, se sienten muy cómodos en sus feudos.

La crisis que ahora nos ahoga es la consecuencia de un sistema que además de haber pervertido la democracia y todas sus instituciones, resulta ser un régimen traidor a la Nación española.

Estos partidos, al igual que sus sindicatos, ya no representan los intereses y las facciones reales del pueblo. Y estamos hartos de ellos.

Los partidos y los políticos actuales deben desaparecer. Hemos de deshacernos de ellos.

Algunos bien pensantes, a fuer de moderados, postulan la reforma del sistema desde dentro; conscientes de que tal cosa exigiría una especie de suicidio político y la autoliquidación del férreo entrelazado de intereses y redes clientelares, operación en la que muchos se quedarían sin modus vivendi. Pero no, el sistema no es reformable ni regenerable. A lo máximo que puede tender es a un amago cosmético “cambiar algo para que todo siga igual” (como ya ocurrió en Italia hace algunos años).

Otros, más desahogados, como Cayo Lara (IU) en fecha reciente (2-2-2013) tienen el cuajo de afirmar que la actual desafección a estos partidos desemboca ineludiblemente en el “fascismo”. ¡Ya está, se ha invocado al demonio! ¡Ya salió el eterno “tabú” inhibidor, intimidador y paralizante! Llamar a alguien “fascista” ha sido un recurso infalible y, de paso, hacía olvidar que los totalitarismos más salvajes y criminales han sido el nacionalismo (que se pretende desvincular del fascismo que realmente existió) y el comunismo. Así, según ese individuo, para no ser fascista hay que aceptarles, sí o sí. No importa lo que hagan, no tenemos otra opción.

Pues no. Ya no nos amedrentan. Ellos, precisamente, son el “camino equivocado”.

Y, sí, proponemos la insurrección nacional.

Por eso alertamos contra todo tipo de algaradas jaleadas desde diversas banderías y con otros fines, porque no se trata del consabido enfrentamiento de partidos llevado al extremo, sino de acabar con este sistema completamente podrido, de acabar con estos partidos y con estos políticos para:

– Implantar una Constitución verdaderamente democrática que proteja al pueblo.

– Sirva a la defensa de la Nación.

– Permita el control efectivo al poder.

– Garantice la real e inviolable separación de poderes.

-Establecer una nueva Ley Electoral que garantice el igual valor de los votos y la representación.

Para alcanzar estos mínimos objetivos es imprescindible terminar con el actual régimen político, abolir el desastroso sistema autonómico y erradicar el nacionalismo. Porque en democracia no “todo” cabe. Y solo hay libertad si impera y se cumple la ley.

Y habiendo sido conculcada la actual (y deficiente) Constitución e incumplidas, repetidamente, las leyes, por los sucesivos Gobiernos además de su extrema corrupción, estamos legitimados para llamar, como única solución, a la movilización y organización de todos los elementos leales a España, para la insurrección nacional.

La alternativa a la hipocresía

No importa cuál haya sido el resultado de las autonómicas catalanas, haya subido algo más CyU o no, el resultado es más de lo mismo desde hace 35 años.

El sistema autonómico genera disgregación y nacionalismos, aparte de ruina económica y caos administrativo y desigualdad y saqueo y corrupción y…

Pero ahora no procede que «personalidades» políticas o periodísticas (Zapatero, Leguina, Rajoy, Ansón…)  se lleven las manos a la cabeza por la deriva de Mas, el corrupto. Porque llevan esos 35 años proporcionando fondos y legitimidad institucional a los separatistas de CyU y PNV. Hipócritas.

Todos los gobiernos lo han hecho: Suárez, González, Aznar, Zapatero y Rajoy. El PPSOEIU, el Sistema caciquil. Todos han insertado el cáncer separatista en el centro del Sistema partitocrático y de un sistema electoral injusto y desequilibrado a favor de los localismos desleales, confirmando sus mentiras y su agresividad.

Les han dado el control de la educación y así han podido implantar un lenguaje y una actitud apoyada por sus subvencionados medios de comunicación.

Lo venimos diciendo desde hace 18 años. Sin paños calientes ni medianías. Y venimos denunciando la tibieza y el reformismo sobrepasado de los grupos que deberían combatirlo: Ciudadanos, UPyD, Foro Mogambo, Foro Babel, Tolerancia…

Pero ahora el desafío es otro: dentro del sistema autonómico, si uno se separa, otros lo harán, el primero el PNV, y a partir de ahí el Sistema pierde su sentido y su legitimidad.

¿Para qué servirían las autonomías, creadas para integrar a los nacionalistas catalanes y vascos, qué papel cumple el Rey, representante y símbolo de la unidad nacional, para qué unas instituciones y partidos que ya no representan al Pueblo español, y para qué sirve el Ejército, encarnación y garantía de esa unidad nacional?

Ninguna institución sobreviviría, todas las subversiones tendrían su oportunidad.

La alternativa está ahora clara: España o el Sistema partitocrático-autonómico-corrupto-separatista. Y cuando decimos España nos referimos a una Nación única con divisiones puramente administrativas aleatorias sin conexiones con el pasado histórico sobre el que se puedan edificar mistificaciones o intereses localistas.

No hay otra opción, quien tenga que entender que entienda.

Insurrección nacional española!!!

La infiltración nacionalista

La táctica magistral del separatismo, como la del comunismo en los años 50, ha sido la de la infiltración. Infiltrarse en todos los ámbitos para cubrirlos con su bandera. Sin ir más lejos los independentistas en Barcelona con motivo de la huelga del 14 de noviembre, y disfrazados de comité de huelga de barrio, cuelan en las reivindicaciones el “derecho a la autodeterminación”.

Pero lo más insólito de tal táctica es una noticia apenas reflejada en las páginas culturales de algún diario: el renegado Juan Carlos Moreno Cabrera, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, y dos separatistas infiltrados, Silvia Sanz y Montserrat Alberte, todos ellos con publicaciones antiespañol y antiRAE, proponen una institución independiente de la RAE para gestionar y fijar la norma de la lengua española en Cataluña ante una hipotética secesión.

Su meta: “romper la hegemonía de la RAE”, vehículo de los “intereses geopolíticos del Estado español” con vistas a “no oficializar el castellano en Cataluña y la apertura hacia el estándar y la norma” americanas.

Además de mentira, la proposición es una aberración. Es mentira porque la normativa la consensúan todas las Academias, y la española es sólo un voto más, minoritario y sin poder de imponerse a las múltiples formas y hablas de la inmensidad americana.

Y es una aberración porque si eres separatista qué te importa la de los demás. Lo que pretenden es transformar la lengua de los españoles en Cataluña en una jerigonza.

Más allá de ello lo instructivo es la forma grotesca y cínica con la que los separatistas se introducen e inciden en todos los ámbitos para vomitar su veneno de odio y envidia obsesivos.

No tiene otra explicación el meterse fuera de su territorio. Ya el estudioso del nacionalismo, Ernst Gellner, afirmaba que al nacionalismo no le interesa su cultura, sino la manipulación, y la invención cuando convenga, de ella.

De manera que se centran en la del enemigo hasta llegar a la histeria y el esperpento. Son patéticos pero peligrosos.

Insurrección Nacional!!!

La farsa democrática

El desafío del gobierno y parlamento catalanes ejemplifica mejor que nada la catadura y el cinismo de la dictadura separatista en Cataluña y en el País Vasco, y por otro lado la farsa de esta falsa democracia destinada a justificar el caciquismo de los partidos y su colaboración con el cáncer separatista a través de la aberración de las inútiles y supercaras autonomías.

¡Insurrección!

La dificultad para expresar la tiranía que implantan los nacionalistas superando sus mentiras viene dada por que su base es el consenso en la coacción, como en todos los totalitarismos.

Una vez implantada a través de la propaganda y la imposición institucional, la coacción física puede descender.

Todo aquél que se adhiera a la nueva ideología se notará investido de ese poder, de esa superioridad, de esa coacción sobre otros, víctimas propiciatorias, marginados. Eso es lo que provoca la aparición de los conversos, los renegados, los colaboracionistas.

El nacionalismo tiene ese carácter básico: con él o contra él, verdugo o resistente, como en la Alemania nazi.

¡ Insurrección.!

 

nazismo y terrorismo

Empresarios alaveses acusan al PNV de querer perpetuarse en el poder aún valiéndose de ETA. Afirman que sólo la amenaza terrorista permite al nacionalismo presentar propuestas radicales.

Nada nuevo.

 

El gobierno vasco seguirá financiando las visitas a presos de ETA, pese al recurso del Ejecutivo. Calificó a la política de alejamiento de los presos de vengativa y sectaria.

Encima, pero como son los suyos …

 

El PP denuncia por nazi y atroz la campaña del alcalde de Gecho de identificar a los ciudadanos vascohablantes con el propósito de incentivar el uso de la lengua vasca.

¡Heil Hitler!, ya tienen la esvática, para nosotros la estrella de David.

 

El Gobierno estudia el uso del catalán en las embajadas, lo que duplicaría el presupuesto de Exteriores.

Y siguen los despropósitos y absurdos de Zapatero

 

Arranca la Eurorregion de Maragall con la única ausencia de Valencia. Se plantea incorporar Murcia, Andalucía y el Magreb, Provenza, valle del Ródano y norte de Italia.

Puro anexionismo nazi y con el dinero de las propias víctimas.

A ladrones no les gana nadie a los nacionalistas.

El Gobierno desvía a Cataluña el dinero del Plan de Mantenimiento de los Ferrocarriles como parte de los acuerdos con ERC.
A ladrones no les gana nadie a los nacionalistas.

 

“Decenas de miles de manifestantes en defensa del valenciano, con gritos contra Carod, Maragall y Zapatero”.

Pero como unos ciudadanos valen más que otros…